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En un terreno baldío de aproximadamente 4 hectáreas propiedad del empresario José Olite,en el área donde se encuentra el emplazamiento de numerosas instituciones públicas y privadas, ha aumentado considerablemente la concentración de una gran comunidad indígena proveniente de diferentes puntos del país.
Esta comunidad indígena esta en el área de la terminal de ómnibus de Ciudad del Este, el Centro Regional de Educación, la Gobernación de Alto Paraná, la Casa de la Cultura de la Municipalidad, el Estadio del Club 3 de Febrero, el futuro complejo edilicio del Colegio de Artes y Oficios de la Municipalidad en etapa de terminación, la Feria de Hortigranjeros, la sede de la Jefatura de Policía Departamental, a más de un enorme área Comercial diseminado en ese sector de la ciudad.
Allí viven niños y niñas, mujeres, varones, adultos, que para subsistir apelan a la mendicidad, a la ayuda de centenares de vecinos que les llevan alimentos, ropas y cualquier material con que construir sus toldos, sean de lonas, de plásticos, de telas.
Los niños y sus madres con sus hijos en brazos recorren las calles, limpian parabrisas de los vehículos, otros se concentran en los estacionamientos y piden “una monedita” a la gente para comer.
El enorme predio donde instalaron sus toldos tienen letrinas donde realizan sus necesidades fisiológicas y tienen esparcidas sus basuras que cada día que pasa aumentan en volumen.
Por lo que los miles de vecinos ven a diario en esta comunidad indígena que va aumentando todos los días, y que se extiende al yuyal de lo que debería ser una amplia vereda de la sede de la gobernación y del centro regional de educación, uno comprueba que las únicas personas que no los ven, son las autoridades del Instituto Nacional del Indígena, del Gobierno Departamental y del Gobierno Municipal de Ciudad del Este, quienes por lo menos hubieran orientado a estos indígenas que sus desechos depositen en un solo lugar y que los recolectores los retiren de tanto en tanto, para que no vaya convirtiéndose en un gran vertedero de basuras en pleno centro de Ciudad del Este.
Aparte ya se observa que acuden a diario a ese lugar y comparten con los indígenas, conocidos drogadictos y traficantes de todo tipo de drogas que de hecho ya los estarán utilizando para distribuir estupefacientes.
Además, sin ningún disimulo, acuden de día y de noche, particulares y hasta policías de uniforme, quevan a surtirse allí con las pequeñas, adolescentes y jóvenes mujeres indígenas para satisfacer sus bajos instintos sexuales.
Estas pobres indígenas hacen de todo por dinero a la vista de millares de escolares y estudiantes, que en número superior a los 3.000 acuden a diario al Centro Regional de Educación, y cuyos padres no ven, ignoran o quizás no les importa lo que ocurre en ese enorme foco de promiscuidad, miseria y total contaminación que crece y crece a diario.
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